Cómo LIBERARSE de la NECESIDAD de APROBACIÓN de los demás
Bajar un
poco para llegar a lo más alto.
Muchas veces estamos muy pendientes
de que la gente nos apruebe. Esto no es bueno porque así no somos libres para
ser nosotros mismos, nos tenemos que poner una máscara para encubrir continuamente
y nos volvemos hipersensibles. Estar pendiente de que la gente nos apruebe nos
va a hacer muy débiles emocionalmente.
La aprobación de los demás es
imposible tenerla completamente. Si somos de izquierdas nos van a criticar los
de derechas y si somos de derecha nos van a criticar los de izquierda. Es
imposible tener la aceptación de todo el mundo.
Si que nos gustaría que mucha gente nos
aprobara, pero no siempre va a ser así.
Es importante estar bien tanto abajo como arriba. Es importante saber
estar conforme
tanto si eres un ministro como un indigente. La gente que sabe estar bien, los
fuertes, son aquellos que saben estar bien tanto arriba como abajo.
Para conseguir esto hay que
comprender que “esa aprobación de los demás, esa imagen no la necesitamos para
tener una gran vida”. Para hacer cosas valiosas no necesitamos la aprobación de
los demás. Nuestras ganas de hacer las cosas,
nuestra capacidad es lo que va a hacer que seamos o no felices.
Algo lo podemos hacer mal pero seguro
que otras muchas cosas las podemos hacer bien. La aprobación de los demás es
agradable pero por un rato, no es una cosa tan importante. Tanto si estamos
arriba como abajo no importa. Esto no sólo hay que sentirlo con gente
desconocida sino también con amigos y familiares.
Todos somos imperfectos, así que es
normal que nos desaprueben en muchas cosas. Hay que tener orgullo de fallar
en la vida, hay que tener el orgullo de la falibilidad. Yo soy un ser
humano y como todos los seres humanos fallo.
Actualmente nos exigimos muchas
cosas: una vida emocionante, ser guapos, éxito en el trabajo… Cada vez nos
exigimos más a nosotros mismos y al planeta. En nuestra enajenación del progreso excéntrico
lo que estamos haciendo es destruyendo el planeta. Lo que tenemos
que reflexionar es: “Yo me conformo con menos”, “yo me acepto con mis fallos”,
“soy muy tonto en muchas cosas y bastante malo en otras”.
Una de las peores cosas es ser una
persona demasiado perfecta. No habría nada más repelente que la perfección.
Nosotros cuando observamos la naturaleza también consideramos bella la
imperfección. Hay que tener cierto orgullo de fallar incluso en el trabajo,
cuando hacemos una gestión… Si todo fuera perfecto en el mundo seríamos menos
felices.
En países como en Alemania está
comprobado que hay más casos de depresión… Intentar ser eficientes, no fallar
está bien, pero si esto nos va a causar el no dormir por las noches hay que
olvidarlo. El que está más abajo pero está bien, es el que está más arriba. Si
fuéramos indigentes también podríamos hacer cosas muy valiosas por nosotros
mismos y por los demás. Trabajar
esta reflexión nos hace más fuertes.
Así que si alguien nos falta al
respeto y nos dice “tú eres tonto”, esto no tiene por qué ser un insulto.
Seguramente soy tonto en muchas cosas y si lo fuese aún más, significaría que
estoy en lo más bajo, pero podría hacer cosas valiosas por mí y por los demás.
Por ejemplo las personas que tienen síndrome de Down aman mucho y con mucha
intensidad, eso sí que es valioso, nuestra capacidad de amar no la aprobación de
los demás, no necesito esa aprobación de la
gente. Lo importante es nuestra capacidad de amar, tenemos una capacidad
inmensa para disfrutar de la vida.
¿Para qué queremos ser inteligentes?,
¿para qué queremos ser guapos?, lo que hay que valorar de la gente es su
capacidad de amar, si interiorizamos esta reflexión será muy difícil que nos
ofendan y cuando alguien nos diga “qué mal que haces las cosas”, diremos: “pues
claro que sí”. Los nazis por ejemplo eran muy eficientes pero tenían muy pocos
amigos… Cuando nos digan por ejemplo “qué mal vistes”, diremos “sí, pero con
orgullo porque eso de vestir bien no es tan importante, aun vistiendo no a la
moda puedo hacer cosas muy valiosas por mí y por los demás”. Por lo tanto es
absurdo pelearse con alguien porque nos digan este tipo de cosas.
Si
vamos por la calle y un indigente nos empezara a insultar, ¿qué haríamos?,
seguramente no le haríamos caso y nos iríamos sin darle ninguna importancia a
lo que ha dicho, pues bien con la familia, con los compañeros de trabajo, con
los amigos hay que hacer lo mismo.
Muchas veces la gente dice: “En la
vida si te dejas pisotear, te pisa todo el mundo”, nosotros tenemos que estar
por encima de estas tonterías. Nos haremos fuertes cuando no necesitemos la
aprobación de los demás. La
asertividad es la capacidad de decir, de expresar lo que sentimos sin callarnos
en momentos de conflicto.
Muchos psicólogos dicen “tienes que expresarte, tienes que armarte de valor…” A
nosotros nos tiene que dar igual el que hablemos o que no hablemos en momentos
de conflicto, lo que nos tiene que importar es no ofendernos por lo que nos
digan los demás porque así sí que seremos más fuertes. La idea de que te tienes
que defender te hace más débil. El respeto lo llevamos nosotros dentro,
nadie nos tiene por qué respetar.
Un ejemplo es el caso de una madre
que está muy preocupada porque a su niño se le cae el pelo y sus compañeros del
colegio se meten con él. No nos tenemos que preocupar, que se metan con él es
algo natural. Nos volvemos demasiado sensibles a veces cuando critican nuestra
imagen y la imagen es muy poco importante, lo emocionante es hacer cosas
interesantes en la vida. Entre esas cosas interesantes puede estar el amar a
los demás, cuidar nuestro cuerpo y nuestra mente, hacer amigos, hacer algo
artístico… Lo que me importa es hacer cosas positivas en la vida, que me
critiquen no me va frenar, a quien me critique le voy a animar a que si quiere
que me acompañe en mis proyectos. Hay que ser tajante y no darle importancia a
las críticas, si esto lo expresamos la gente lo va a captar muy rápido y las
críticas seguramente pararan.
Somos realmente fuertes cuando
podemos estar abajo y estar bien, el error es pensar que sólo podemos hacer
cosas valiosas en esta vida cuando estamos arriba
No necesitamos mucha gente, está bien
tener un grupito de amigos, 4 o 5 es lo natural, más es difícil mantenerlos.
Está bien tener ese grupito de amigos y compartir con ellos la vida, pero hay
que tener claro que tampoco los necesitamos, está bien tenerlos pero no los
necesitamos. Muchas veces pensamos que necesitamos llevarnos bien con mucha
gente, no nos tenemos que obsesionar con caer bien a la gente porque muchos
amigos tampoco los vamos a poder mantener.
A veces son nuestros propios amigos
los que no nos aprueban. Que nuestros propios amigos nos critiquen es positivo,
si nos critican pero aún cuentan con nosotros es porque nos aceptan con
nuestros fallos. No hay amigos perfectos, familiares perfectos, parejas
perfectas… hay que coger lo bueno de cada persona y esquivar lo problemático.
Para hacernos fuertes y maduros
tenemos que ser capaces de estar bien en situaciones difíciles, para ello
podemos hacer un ejercicio de visualización, visualizarnos bien en situaciones
difíciles. Un ejercicio muy bueno es visualizarnos un ratito al día viéndonos
con menos: siendo un indigente, siendo muy tonto, vistiendo mal… pero sin
embargo haciendo cosas muy valiosas por mí y por los demás. Haciendo este tipo
de reflexión conseguiremos no dar importancia a las cosas. Vernos abajo pero
estando bien. También nos podemos visualizar en el trabajo y que alguien nos
diga algo desagradable o un familiar… pero nosotros estar bien porque lo
importante es nuestra capacidad de amar.
Aun siendo muy imperfectos podemos
hacer cosas valiosas por nosotros mismos y por los demás. La imperfección es
bella.
La ansiedad, la tristeza, la
depresión… estos estados se producen porque los alimentamos a través de
nuestros pensamientos. No nos afecta lo que nos
sucede sino lo que nosotros pensamos sobre lo que nos sucede. Cuando estamos mal tenemos con nosotros mismos un
diálogo interno de exigencias: “Debo hacer las cosas bien, la gente me debe
tratar bien, las cosas de la vida me deben ser favorables”, estas exigencias
las tenemos que transformar en preferencias: “Me gustaría hacer las cosas bien,
me gustaría que la gente me tratara bien, me gustaría que las cosas de la vida
me fueran favorables, pero si todo esto no ocurre no va a pasar nada porque no
lo necesito para ser feliz”. Me gustan estas cosas pero no las necesito. Sólo
necesitamos la bebida y la comida del día.
Si seguimos con exigencias hacia
nosotros mismos, los demás y la vida, en vez de con preferencias nos vamos a
crear muchas necesidades y cada necesidad que nos creemos nos va a hacer más
débiles. Con fuerza y perseverancia podemos trabajar para reducir estas
exigencias, de esta manera nuestro mundo emocional cambia y nos volvemos más
fuertes y tenemos más espacio para disfrutar de la vida. Este trabajo hay que
hacerlo de manera profunda y perseverante. Otro punto clave del trabajo es
aprender a no quejarse.
El objetivo de esta terapia es
quitarnos todos los miedos. No hay que tener miedo a nada en absoluto. No hay
que tener miedo a la soledad, a las enfermedades…
No hay que tenerle miedo a nada. Podemos disfrutar
de la vida en cualquier circunstancia.
Podemos eliminar los miedos desde la
raíz dejándonos de quejar, como dice Jaume Sanllorente hay que matar el miedo.
Los miedos no son más que una ilusión que nos montamos y las quejas tienen
mucho que ver, por tanto hay que evitar
quejarse.







Comentarios
Publicar un comentario